Lenin frente a la pandemia del Covid-19

A sus 150 años tiene todavía mucho que enseñarnos

A propósito de los graves impactos sociales, económicos, culturales y psicológicos que está generando la pandemia global del Covid-19, han surgido una serie de reflexiones desde el campo de la filosofía y las ciencias sociales en torno a los alcances políticos de estos eventos y fenómenos planetarios.

Algunos análisis plantean diversas hipótesis sobre los rasgos de la sociedad postpandemia, frente a la crisis económica histórica, que en términos financieros, comerciales e industriales vamos a presenciar en los próximos meses. Los análisis de diversas organizaciones multilaterales y académicas, coinciden en señalar que la economía atravesará un ciclo recesivo, se sufrirá una verdadera depresión, que tendrá más profundidad que la acaecida en 2008-2009. En términos sociales, además del colapso de los sistemas sanitarios en buena parte del mundo, con una tasa de letalidad todavía en incógnita, se sufrirá un incremento sustancial del desempleo, y en algunas regiones vulnerables, las hambrunas destruirán las vida de millones de personas.

Frente a este escenario catastrófico, surgen desde la izquierda dos tipos de hipótesis contradictorias, que comparten, sin embargo, tonos apocalípticos. Básicamente estos análisis predictivos plantean, a riesgo de caricaturizarlos, lo siguiente: Hipótesis 1), la humanidad atraviesa una situación límite que puede conllevar a transformaciones profundas de carácter civilizacional, el caos capitalista ofrece la posibilidad de construir otro mundo posible, más allá de la lógica mercantil; Hipótesis 2), la humanidad sufrirá la hipertrofia de formas de control social y biopolítico cada vez más intenso y totalitario producto de una creciente fascistización de los Estados, y la emergencia de un capitalismo autoritario.

Hay que decir, que ambas hipótesis son históricamente posibles, no son fantasiosas, hay rasgos que las pueden prefigurar hoy. El problema es que ambas soslayan un análisis preciso más específico, y este es el análisis de las correlaciones de fuerza en el campo de las luchas de clase, de las luchas políticas. En última instancia, es en el terreno de la disputa política hegemónica donde se decide el futuro próximo de la humanidad.

A propósito de lo anterior, es perentorio recordar a Lenin en su 150 aniversario, sobre todo recordar su reflexión en torno al potencial político de las catástrofes sociales y económicas, de lo que estas pueden incidir en la configuración de una situación revolucionaria. Lo primero que hay que llamar la atención, es una aclaratoria que Atilio Boron viene planteando en sus últimos análisis sobre la pandemia, el capitalismo nunca se va a derrumbar solo por mas crisis que padezca, al poder del capital, hay que tumbarlo, y es que precisamente recordando las tesis leninistas, el líder bolchevique advirtió ya en 1915, en un contexto de suma gravedad como fue la I Guerra Mundial, que una situación revolucionaria no necesariamente produce una revolución.

En su artículo denominado, “La bancarrota de la II Internacional”, Lenin plantea que: “…la revolución no surge de toda situación revolucionaria, sino solo de una situación en la que a los cambios objetivos (…) viene a sumarse un cambio subjetivo, a saber: la capacidad de la clase revolucionaria para llevar a cabo acciones revolucionarias de masas lo bastante fuerte como para destruir (o quebrantar) al viejo gobierno, que jamás ‘caerá’, ni siquiera en las épocas de crisis, si no se lo ‘hace caer”.

Hoy lamentablemente, no se evidencia esa situación en buena parte del mundo. En este sentido, lo más probable que suceda en los próximos tiempos, son crisis políticas de aquellos gobiernos que hayan enfrentado erráticamente la crisis, algunos gobiernos serán desalojados por derrotas electorales (por ejemplo, se hace posible una derrota electoral de Trump) e inclusos por golpes de Estado (la situación de Bolsonaro es emblemática en este orden), pero difícilmente será puesta en cuestión la dominación capitalista.

En todo caso, más que el capitalismo, el gran cuestionado en estos momentos es el modelo de gestión neoliberal de servicios públicos esenciales tales como la salud y la educación. Tal vez, el avance más factible y más valioso de la sociedad postpandemia sea un nuevo consenso mundial en torno a la necesidad de un sistema universal de salud pública y gratuita, con una industria farmacéutica y médica cada vez más accesible para las grandes mayorías. La salud como derecho humano y no como mercancía, gana terreno de forma creciente en la conciencia social internacional.

Para una revolución socialista aprovechando este escenario de crisis mundial, hace un siglo exacto, en el texto La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Lenin brindó algunas sugerencias para los más entusiastas y combativos:

En este caso tenéis que preguntaros no solo si habéis convencido a la vanguardia de la clase revolucionaria, sino también si están dispuestas las fuerzas históricamente activas de todas las clases, obligatoriamente de todas las clases de la sociedad sin excepción, de manera que la batalla decisiva se halle completamente en sazón, de manera que: 1) todas las fuerzas de clase que nos son adversas estén suficientemente sumidas en la confusión, suficientemente enfrentadas entre sí, suficientemente debilitadas por una lucha superior a sus fuerzas; 2) que todos los elementos vacilantes, versátiles, inconsistentes, intermedios –es decir, la pequeña burguesía, la democracia pequeñoburguesa, a diferencia de la burguesía–, se hayan puesto bastante al desnudo ante el pueblo, se hayan cubierto de ignominia por su bancarrota práctica; 3) que en el proletariado empiece a formarse y a extenderse con poderoso impulso un estado de espíritu de masas favorable a apoyar las acciones revolucionarias más resueltas, más valientes y abnegadas contra la burguesía. He aquí en qué momento está madura la revolución, he aquí en qué momento nuestra victoria está segura, si hemos calculado bien todas las condiciones indicadas y esbozadas brevemente más arriba y hemos elegido acertadamente el momento.

Sin duda el Covid-19 marcará esta época, cambios importantes se van a suscitar, pero hay que ser cautos con las visiones escatológicas que anuncian el advenimiento de una nueva era, tanto la historiografía de la larga duración (longue durée), como Lenin en su momento, advierten que los grandes y profundos cambios históricos, son totalmente excepcionales, tal vez entremos en una nueva fase de este proceso histórico de decadencia de la hegemonía occidental, tal vez hayan reacomodos geopolíticos e ideológicos, pero no está a la orden del día un proyecto histórico viable políticamente más allá del capital, al menos que unos nuevos bolcheviques estén preparando en la sombra una insurrección de carácter internacional.

 

Luis R. Delgado J.

Profesor Agregado de la Universidad de Carabobo, con Maestría en Historia de Venezuela. Director Académico del Centro de Altos Estudios del Desarrollo y las Economías Emergentes (Cedees). Investigador en diversas áreas de las Ciencias Sociales.

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