¿Quién le teme a la polarización?

Las elecciones de Estados Unidos han estado polarizadas desde que los partidos Demócrata y Republicano se han enfrentado políticamente desde el siglo XIX hasta la que se realizará este 3 de noviembre, en donde se enfrentan los candidatos Joe Biden y Donald Trump.
Ambos partidos copan la escena electoral y comunicacional. No hay espacio para una tercera opción para las presidenciales en el país de la libertad de elegir. A eso le llaman “polarización” y eso no es asunto para debatir.

Actualmente se mide en que Biden usa mascarilla y realiza concentraciones con poco asistentes, previniendo el contagio por Covid-19, mientras que Trump hace todo lo contrario.
La campaña se centra en Cuba y Venezuela, países que pasaron a ser los más importantes del mundo, a juzgar por el interés en derrocar a sus gobiernos. Biden acusa a su opositor que le “encanta hablar, pero no le importan los cubanos y venezolanos”. Mientras esto declara en Florida, en Washington la administración de Trump se ufana de haber vendido 1,1 millones de barriles de petróleo refinado que despojaron de cuatro buques iraníes que tenían como destino Venezuela.

Esta supuesta polarización es más bien una homogeneización de la política exterior estadounidense en donde los contrincantes compiten en quién hace más daño a los pueblos de Cuba y Venezuela.

En nuestros países han hecho creer que la polarización es maligna. Se expresa a través de los medios de comunicación y después está en boca de la opinión pública. Y por una extraña razón, en los debates se busca la conciliación por parte de quienes la conducen. Les molestan las diferencias.

En marzo de 1998, el candidato Hugo Chávez fue a un debate público con Claudio Fermín. Cada quien expuso sus puntos de vista sobre los diferentes tópicos y al finalizar, quien moderaba, le pregunta a Fermín que si llegara a ganar las elecciones, ¿tomaría las propuestas de su oponente? Este responde con su parsimonia habitual que “sí” y argumentó con un discurso político digno de su estilo conciliador. Después le pregunta a Chávez y este responde con un “no” tajante, porque respondía a los intereses de la Cuarta República.

Los opuestos, la dialéctica, ha sido debate constante desde la antigua Grecia hasta nuestra época. Pero en EEUU hasta la polarización se homogeneiza.

Raúl Cazal

Escritor y periodista. Autor de los libros de cuentos El bolero se baila pegadito (1988), Todo tiene su final (1992) y de poesía Algunas cuestiones sin importancia (1994). Es coautor con Freddy Fernández del ensayo A quién le importa la opinión de un ciego (2006). Gracias, medios de comunicación (2018) fue merecedor del Premio Nacional de Periodismo en 2019. Actualmente dirige y conduce Las formas del libro.

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