Bancos con patente de corso

La primera vez que fui a Londres, un amigo que residía en la ciudad, al verme y después del saludo, lo primero que me dijo, prácticamente, es que no dejara de ir al Museo del Saqueo. Me lo repitió en varias oportunidades y sentí un compromiso dada la amabilidad nada usual en estos tiempos de que alguien te busque al aeropuerto y luego te oriente de cómo movilizarte por la ciudad.

Un día antes del regreso, decidí visitar el Museo del Saqueo. Lo busqué en el mapa y no conseguí su ubicación, así que visité el Museo Británico. Estando en el lugar, caí en cuenta que estaba en el lugar de expoliación de los objetos de las culturas milenarias de otras naciones. Unas partes las había visto en el Museo de Louvre, otras en el Metropolitan de Nueva York.

La historia de Egipto, por ejemplo, contada por sus objetos y edificaciones, está repartida entre varios museos de países invasores y traficantes de obras de arte. Samir Amin nos dice con razón que la cultura de su país se encuentra en donde está el pueblo egipcio; porque lo que se observa en esos museos no es cultura, sino saqueo.

Cuando los invasores no se daban abasto, entregaban “patentes de corso”. Este artificio legal que se instauró durante la Edad Media fueron utilizados por los reyes de Inglaterra y España, entre otros, y que supuestamente se abolió a mediados del siglo XIX, aún sigue siendo utilizado por el Imperio de turno.

Los piratas del siglo XXI ya no tienen necesidad de asaltar barcos. Ahora utilizan los bancos, como sucedió con la desaparición –llámese robo– de la reserva internacional de Libia que se encontraba en el extranjero. Esta ascendía a 300.000 millones de dólares, de los cuales, en oro eran unos 168.000 millones de dólares. La ayuda humanitaria nunca llegó después que asesinaron a Muamar Gadafi y destruyeron el país.

El oro de Venezuela fue repatriado entre 2011 y 2012 por el presidente Hugo Chávez. Actualmente es el primer país latinoamericano con reservas en oro: 161,2 toneladas, de las cuales 31 toneladas (19,2%) han sido secuestradas por el Banco de Inglaterra. Antes estaba en Citibank, institución que debía devolver después de finiquitado las operaciones con el país, pero se lo entregó a su par inglés aludiendo que se lo impedía las sanciones de Trump, es decir, la nueva patente de corso.

Raúl Cazal

Escritor y periodista. Autor de los libros de cuentos El bolero se baila pegadito (1988), Todo tiene su final (1992) y de poesía Algunas cuestiones sin importancia (1994). Es coautor con Freddy Fernández del ensayo A quién le importa la opinión de un ciego (2006). Gracias, medios de comunicación (2018) fue merecedor del Premio Nacional de Periodismo en 2019. Actualmente dirige y conduce Las formas del libro.

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