La visión biblioteconómica del mundo (II): las cinco leyes de Ranganathan

Continuación del siguiente artículo de Carlo Frabetti

La privacidad pone límites a la mirada ajena, y el olvido, a la propia. Son muros que nos protegen al precio de encerrarnos.

El libro total

Borges imaginó el paraíso bajo la especie de una biblioteca, según confiesa en su «Poema de los dones». Pero el universo-biblioteca de su cuento «La biblioteca de Babel» es más bien un infierno, y no solo por la pavorosa inmensidad de sus innumerables libros sin sentido; aunque se redujera drásticamente el número de volúmenes y cada uno de ellos fuera un tesoro de sabiduría y belleza, seguiría siendo infernal por el mismo hecho de ser el universo (por el hecho de ser el universo mismo), pues tener acceso a las palabras y no a lo que representan sería una refinada versión del suplicio de Tántalo. O de la caverna de Platón.

Para la visión biblioteconómica del mundo (VBM), sin embargo, la Biblioteca plena pero no repleta, completa pero no cerrada, semejante pero no sucedánea (que describiría fielmente el universo sin usurpar su lugar, como la biblioteca de Babel), sí podría ser un trasunto del paraíso, o su antesala, o su centro de operaciones, pues brindaría la oportunidad de relacionarse plenamente con el mundo y con los demás. En la Biblioteca no habría zonas restringidas, y todas las biografías exhaustivas serían públicas: los miles de tomos relativos a la vida de cualquier persona estarían a disposición de cualquier otra. Aunque ya no serían tomos de papel, sino hipertextos multimediáticos e interactivos. Al final (es decir, al principio), la Biblioteca plena sería un único superlibro total en continuo crecimiento, llevando hasta sus últimas consecuencias, y más allá, el viejo concepto de enciclopedia. Y, para ello, la Biblioteca tendría que cumplir las cinco leyes de Ranganathan.

Las cinco leyes de la biblioteconomía

En 1931 (el mismo año en que Gödel demostró sus teoremas de incompletitud), el matemático y bibliotecario indio Shiyali Ramamrita Ranganathan propuso sus cinco leyes de la biblioteconomía, que fueron rápidamente adoptadas como referente ético y metodológico por bibliotecarias/os de todo el mundo. Estas leyes son:

1. Los libros están para leerse.

2. A cada lector su libro.

3. A cada libro su lector.

4. Hay que ahorrarle tiempo al lector.

5. La biblioteca es un organismo en crecimiento.

Tal vez parezcan muy obvias, estas cinco leyes; pero si hoy lo son es, en buena medida, porque Ranganathan las formuló en un momento en que no lo eran tanto. Las bibliotecas eran las casas de los libros, y Ranganathan comprendió y propugnó que tenían que ser las casas de los lectores. Solía decir, sobre la primera ley, que el riesgo de que se perdiera o deteriorara un libro era infinitamente menor (y los matemáticos no suelen tomar el nombre del infinito en vano) que el riesgo de que no se leyera. Y en ese sentido van las tres leyes siguientes: hay que facilitar el encuentro entre los lectores y los libros que puedan necesitar, y hay que evitar los trámites burocráticos que entorpecen o ralentizan ese encuentro feliz.

Por lo que respecta a la quinta ley, hay que entender el crecimiento en un sentido no meramente cuantitativo. No se trata solo —ni principalmente— de acumular cada vez más libros, sino de hacer que la biblioteca crezca como un sistema adaptativo complejo, como un organismo vivo en un entorno cambiante. Lo que significa, entre otras cosas, actualizar continuamente el concepto mismo de libro.

El libro abierto

Para la VBM, la Biblioteca definitiva (es decir, inaugural) converge con la enciclopedia biográfica universal generada a partir de un big data abocado a la plenitud del all data, y en ella las leyes de Ranganathan adoptarían la siguiente forma:

1. Las personas están para conocerse.

2. y 3. A cada persona su afín.

4. Hay que ahorrarles tiempo a las personas.

5. La Biblioteca es un superorganismo en crecimiento multidimensional.

El principal objetivo de la Biblioteca sería facilitar las relaciones interpersonales y conducirlas a un nivel superior. Cada persona sería un «libro abierto» para las demás: la vieja metáfora (que remite directamente a la VBM) alcanzaría pleno sentido en la literalidad.

La idea de que toda la información sobre cualquier persona —su «biografía completa»— esté al alcance de cualquier otra, puede resultar perturbadora; pero el big data tiende rápida e inevitablemente a un all data que supondrá una transformación radical del individuo y de la sociedad. Si permitimos que la información total esté en manos de unos pocos, el mundo puede convertirse en un infierno orwelliano, y la única alternativa, puesto que el proceso es imparable, es que esté en manos de todos. Y entonces el mundo podría convertirse en un paraíso transparente, más allá de la privacidad y del olvido. Aunque antes, como plantean algunas religiones, habría que pasar por el purgatorio.


Este artículo de Carlo Frabetti continúa en el siguiente título:

Carlo Frabetti

Escritor. Prologó la selección que publicó la editorial Bruguera de los relatos de la revista estadounidense The Magazine of Fantasy and Science Fiction. Es autor de El libro inferno (2002), Los jardines cifrados (1998) y El gran juego (1998), con el que obtuvo el Premio Jaén de Literatura Infantil.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.