Jugar en Internet

Desde que se hizo pública la navegación por Internet, en los años 90 del siglo pasado, proliferaron todo tipo de negocios al punto de que las lujosas oficinas de Wall Street recibieron muchachos con zapatos y pantalones rotos con propuestas de sitios que proyectaban ingentes ganancias, tanto para quien los financiara como para los “genios” que tuvieron la visión. A la vuelta de una década, buena cantidad de esos “emprendimientos” virtuales se desvanecieron y terminaron llamándose la generación de la burbuja.com.

Los financistas aprendieron la lección y tuvieron mayor cautela con Internet. Parecía que el juego se había acabado, pero no contaban con la oposición venezolana que el 23 de enero de 2019 montó su puntocom: presidenciave.com.

No fueron a Wall Street, sino que tuvieron el respaldo de la White House. Se hicieron de un dominio de nivel superior genérico (.com) que entra en competencia con negocios estadounidenses al estar registrado el sitio en ese país. Es decir, quienes pretenden asaltar la presidencia de Venezuela son una empresa comercial estadounidense.

Hasta ahora se desconocen los registros legales y contables, pero están amparados en “leyes” estadounidenses en contubernio con la enmienda de Barack Obama, a la que sentencia a Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria”, por la que se han robado entre financistas y accionistas de la puntocom una suma que ronda los 120 mil millones de dólares que corresponden a los activos de empresas del Estado venezolano en el exterior, entre ellas Citgo, Monómeros; el oro que el Banco de Inglaterra se embolsilló; así como Novo Banco, de Portugal, y la Reserva Federal, de EEUU, el efectivo de las instituciones, bancos y empresas venezolanas, entre otros.

El 6 de diciembre de 2020 está pautado la elección de la Asamblea Nacional en la que participan candidatas y candidatos de partidos políticos de todas las tendencias, a excepción del sector que resolvió hacer la puntocom. No es la primera vez que una parte de la oposición decide no participar en elecciones parlamentarias, por ello, el ex candidato presidencial Henrique Capriles Radonski les llamó la atención diciendo que no podían “seguir jugando a ser un gobierno en Internet”. Un juego perverso en el que Maquiavelo se queda en pantalones cortos ante todos los daños que le ha causado al país.

Raúl Cazal

Escritor y periodista. Autor de los libros de cuentos El bolero se baila pegadito (1988), Todo tiene su final (1992) y de poesía Algunas cuestiones sin importancia (1994). Es coautor con Freddy Fernández del ensayo A quién le importa la opinión de un ciego (2006). Gracias, medios de comunicación (2018) fue merecedor del Premio Nacional de Periodismo en 2019. Actualmente dirige y conduce Las formas del libro.

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