La ley de los animales

Comprender el ecosistema fue algo que nos inculcó a temprana edad la maestra Belén Sanjuan en el Instituto de Educación Integral, en donde aprendimos normas elementales para desarrollar la empatía con el medio ambiente, entre otros aspectos pedagógicos que merecen ser revisados y aplicados en nuestra sistema de instrucción pública.

En las mañanas, antes de empezar la clase se leía el Decálogo y unos de los puntos era si se había regado las plantas –menos los cactus, por supuesto– y alimentado a los animales. Cada aula era un hábitat en el sentido estricto de la palabra, puesto que se estudiaba entre helechos, loros, peces y conejos, en la que alumnas y alumnos asumían una responsabilidad con su buen estado. Crecer conscientemente en un ambiente armónico guiado por el método científico era una de las premisas de Belén y de quienes la acompañaban en esa labor pedagógica.

Esos años de estudiante ha hecho que perviva ese recuerdo y entienda a las personas que con devoción adoran a sus mascotas y plantas, a tal extremo que algunos consideran que están locos o locas –con el perdón de los psiquiatras, por la utilización del término– por no comprender sus acciones, como Calígula, que quiso nombrar cónsul a Incitato, su caballo preferido, pero no porque sufriera de demencia sino para enviar un mensaje a los senadores romanos.

Nevado, el cachorro que fue obsequiado al brigadier Simón Bolívar en 1813, vivió y lo acompañó hasta participar en la Batalla de Carabobo. Relata Tulio Febres Cordero que El Libertador al ver “el cuerpo exánime de su querido perro, atravesado de un lanzazo” se retiró “torciendo de pronto las riendas de su caballo con un movimiento de doloroso despecho […] En sus ojos de fuego había brillado una lágrima”.

El nombre del perro de Bolívar se correspondía a las crestas nevadas que se divisan en Mucuchíes. Sigmund Freud afirmó que “las emociones del perro recuerdan a las de los héroes de la antigüedad”, es por ello que se les bautizan, inconcientemente, con nombres como Aquiles o Héctor. Y actúan en consecuencia, con lealtad.

El Fiscal General de la República, Tarek William Saab, está impulsando que se resuelva una Ley contra el maltrato animal y el daño al medio ambiente. Lamentablemente ocurren crímenes contra estos seres indefensos, tanto así que amerita una legislación.

Raúl Cazal

Escritor y periodista. Autor de los libros de cuentos El bolero se baila pegadito (1988), Todo tiene su final (1992) y de poesía Algunas cuestiones sin importancia (1994). Es coautor con Freddy Fernández del ensayo A quién le importa la opinión de un ciego (2006). Gracias, medios de comunicación (2018) fue merecedor del Premio Nacional de Periodismo en 2019. Actualmente dirige y conduce Las formas del libro.

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