Algo huele a podrido en la UE

Angela-Merkel

El primer semestre de 2020 ha sido en el que las grandes mayorías sufrieron lo indecible por la pandemia asociada y sus consecuencias: la pérdida de derechos individuales, empleo, cierres empresariales, paro productivo y de servicios, diversas formas de inflación… También, en el que grupos empresariales y financieros obtuvieron suculentas ganancias.

Para el resto del año y algún tiempo más se proyectan circunstancias aciagas donde aumentará el desempleo para millones, habrá precios encarecidos en bienes de consumo general (alimentos e higiene), salud, educación y vivienda, y en el que las migraciones desde África y América Latina hacia naciones centrales del capitalismo se incrementarán.

Con escaso material, salvo los infortunios, La Vanguardia de Barcelona apela a una entrevista con Romano Prodi, hombre de 80 años, ex primer ministro de Italia y ex presidente de la Comisión Europea, que confía en la estabilidad de la administración de su país: “Un Gobierno cae cuando hay alternativas y en este momento no las veo. Si no se agrava la situación económica no veo una crisis inminente”. Sostiene, sin embargo, la necesidad de inversión sanitaria (lo demuestra la pandemia) y lo anima la idea de conjuntar los latinos Italia, España, Portugal y Francia proponiéndose dar una “batalla justa para que en Europa exista un mínimo de solidaridad”. Con rapidez expresa que quiere -quizás, decir ser “un poco antiholandeses, sí, pero antialemanes no. Yo acepto lecciones de quien es virtuoso, pero de Holanda -que se ha convertido en el mayor paraíso fiscal europeo- no acepto lecciones.” Y pese a que de los Países Bajos no llega a hablar de lavado de dinero, los señala como “paraíso fiscal” y finaliza con desprecio al considerarlos un apéndice de Alemania (länder); de ésta se queja -en su estilo prudente- cuando dice que “es cada vez más dominante” aunque no emplea para los germanos el peyorativo adjetivo partisano de crucchi (boches en francés). Prodi, a su edad, confiesa que desde niño anhelaba la unidad latina y trabajó para ello.

En el caso europeo, se puede indicar -como si fuese vox populi– a Suiza y sus bancos para colocar capitales de diversas e incomprobables procedencias y propietarios. Se puede hablar de convicciones de añares en este caso y se ha hecho creencia mayoritaria el que algunos de esos depósitos están codificados con números y que las cajas de seguridad atesoran dineros, metales o piedras preciosas de variados orígenes si se las clasifica por procedencia territorial y posesión por parte de sus inquilinos.

Asimismo, promediando la década de los 70 del siglo pasado, se comenzó a observar una reproducción -inicialmente parcial- de competición por constituirse en “plaza financiera” y, a continuación, en paraísos fiscales al estilo caribeño-centroamericano. La expansión del tema fue cobrando un carácter generalizado al verse incrementado más tarde con la desaparición de la URSS y las reconversiones del Este europeo. En ese sentido, fueron señalados reiteradamente como receptores de estos negocios -entre otros- el Principado de Liechtenstein y Hungría. Pese a ello, debe consignarse como un “adelantado” -por reincidente- al conocido banco vaticano (Istituto per le Opere di Religione), con sonoros escándalos encadenados desde 1980 (Michele Sindona) hasta el presente (Paul Marcinkus,1987; Ambrosiano-Roberto Calvi, 1989; y Angelo Proietti, 2018).

Hoy las baterías de denuncias apuntan a Holanda, luego de haber transitado desde 1993 por el pequeño Luxemburgo, de algo más de 2 mil 500 km2, pero con más de unos 150 locales bancarios. Holanda se abrió paso como gran “paraíso” pese a las observaciones, reprimendas, sanciones y multas a otros pares europeos occidentales como el danés Danske Bank, el ABLV letón, el maltés Pilatus, el FMBE greco-chipriota, el Deutsche germano, la finlandesa Nordea y la francesa Societé Générale. En España las sanciones fueron a Santander y en Australia para Macquarie Bank aunque, por supuesto, en dicha arriada cayó el ING holandés. El brexit fortaleció la plaza financiera de esos neerlandeses al establecer sus casas centrales.

El eurodiputado Miguel Urbán, del grupo Anticapitalistas afirma: “Más de 600 mil millones (de euros) son desviados artificialmente cada año hacia ‘paraísos fiscales’.” Es decir, este sistema de sustracción fiscal no solo encuentra lugar en islas caribeñas controladas por ex potencias coloniales y sus bancos, sino en Estados miembros de la UE como Luxemburgo o Países Bajos.

De acuerdo con un informe de Naciones Unidas, de su Conferencia de Comercio y Desarrollo (Unctad), más del 30 por ciento de la inversión mundial en 2015 se efectuó desde cuevas fiscales o centros de inversión extraterritoriales.

Urbán tiene, además, la capacidad de ser argumentativamente demoledor: “Pero ojo a las tentaciones chovinistas y a los miopes enfoques en clave nacional; los culpables del expolio y de la infamia no son los holandeses o los luxemburgueses en su conjunto, sino las élites holandesas, luxemburguesas, italianas y españolas que no tienen más patria que el dinero. No es el pasaporte lo que les define, sino su cartera, sus prácticas y sus intereses. Como dijo una vez el sarcástico escritor estadunidense Peter De Vries, ‘los ricos no son como nosotros: pagan menos impuestos’. Esta vez tenemos que conseguir que paguen los ricos.

“A las puertas como estamos de una crisis social y económica sin precedentes, será necesario implementar un plan de choque social para que no sean una vez más las clases populares las que paguen la factura de los ‘planes de rescate’. Preguntémonos quién rescata a quién antes de llenar los estrados con bonitas palabras repitiendo aquello de ‘entre todos salimos de la crisis’. Miremos qué oscuras prácticas se esconden en la opaca trastienda de quienes pretenden dar lecciones de austeridad y rigor fiscal. Y, sobre todo, cuando nos digan que no hay dinero, recordémosle dónde lo esconden quienes siempre se lo llevan crudo.”

Con el título evoco lo que Shakespeare puso como parlamento de Marcelo y éste se los dijo a Horacio y a Hamlet.

Ruben Montedónico

Periodista uruguayo que en Montevideo trabajó en CX 8 - Radio Sarandí (1972-76). En el exilio (1976-19859 escribió en El Día, México; El Nuevo Diario de Nicaragua y Agencia Nueva Nicaragua (1983-90). Asimismo, en México lo ha hecho en Novedades, La Jornada y Aldea Global de México (1998-2014). En la actualidad escribe regularmente en Uruguay para el Semanario Voces.

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