Después de la victoria

La victoria del chavismo en Venezuela no luce fácil, aunque el enemigo local haya decidido replegarse. La cultura democrática del venezolano esta insertada en los genes y la conducta electoral es un hábito, caldeado por 18 años de ejercicio en Revolución Bolivariana. Por esto, es lógico calcular una participación «a contracorriente» de los mandatos de Washington a la abstención. Hablo de la reacción, obviamente. Hablo de esa estadística anti-patriota que ha sido enemigo insigne del proceso Bolivariano.

Sin embargo, los resortes emocionales del venezolano están tensos y expectantes. Lo sabe el imperialismo y sus laboratorios de guerra psicológica, y no es de extrañar la aparición de noticias falsas, falsos positivos y otra vez falsos testimonios. La intención es desmovilizar al chavismo, hacerlo inerte y confuso ante el ejercicio del voto. Sin embargo, la amplitud de una victoria revolucionaria a nivel continental implica una perspectiva histórica del aquí y el ahora, y de eso sí que saben los proletarios de Venezuela. Están acostumbrados a reescribir la historia de los opresores, dinamitándola en cada nodo.

Así las cosas no puedo dejar de preguntarme, con la hipótesis de una victoria de Nicolás Maduro en ciernes qué pasaría en América Latina. Y la respuesta, por donde la imagine siempre es la misma. La victoria de Maduro en Venezuela es un símbolo de resistencia y a su vez, de esperanza. Es la chispa adecuada, como diría Bunbury. El capitalismo y sus rostros visibles en América Latina han apostado por la promesa electoral neoliberal clásica: superación personal a partir del esfuerzo, presencia omnipresente del mercado y mejoras a los servicios públicos. Esa oferta ha calzado a la perfección en una nueva arista, creada irónicamente por los procesos políticos de carácter social en nuestras tierras. 

Y sigo: esta nueva arista está representada siempre en un nuevo ascenso de clase social. Con las mejoras de calidad de vida (educación, vivienda, créditos, salud, bienes materiales, etc.) los pueblos de América Latina que vivieron la época dorada de la integración continental liderada por Hugo Chávez accedieron a nuevos estamentos de producción, pero también de consumo. Estos ciudadanos, por primera vez se encontraron de frente con gobiernos cálidos, de carácter humanista y soberanos en esa concepción de soberanía auto-gestionaria, productiva, independiente. Ya sabemos la capacidad de fagocitar los avances sociales del capitalismo y en efecto, Brasil, Argentina y Ecuador sufren en este momento los embates de mandatarios controlados como marionetas por oligopolios internacionales,  paradójicamente electos por los pueblos. 

Sin embargo, el encantamiento comienza a desvanecerse. A pesar de la pasividad conque estos soportan las políticas medievales de Macri, la tiranía feudal de Temer y el embargo solapado del cuántico Moreno una victoria de la rebeldía bolivariana en Venezuela los colocaría en el lado opuesto de la dignidad latinoamericana, en una especie de patíbulo con tiempo en contra. La vigilancia en internet que ha impuesto el policía del mundo, la censura, el asesinato selectivo de dirigentes sociales, la demonización de líderes políticos y la destrucción sostenida de las organizaciones sociales no pueden evitar la individualidad, el despertar consciente que es a su vez el motor de la organización social en cada habitante de la Pachamama. 

Si de ejemplos se trata, Venezuela es un referente mundial. La alegría de la victoria no será televisada, porque es veneno para la superestructura del opresor. La rabia de un pueblo determinado a construir su propia versión de la historia no será referida en periódicos. Los motores de búsqueda de Google silenciarán los gritos de orgullo y de guerra en Caracas. Pero el eco de las lanzas de Guaicaipuro no puede ser silenciado por nada porque se transmite debajo de la tierra. Está en los bailes de las hojas, en la sonrisa de los niños. En el mate, en la coca, en la selva. Un nuevo liderazgo, renacido como el Ave Fénix será una antorcha en cada casa de América Latina. Preparen sus maletas, tiranos y lacayos. El ejército libertador cabalga de nuevo.

Orlando Romero Harrington

Artista audiovisual, bloguero, asesor político en comunicación, profesor universitario y analista político. Ha trabajado como docente universitario, fue responsable de la comunicación en la ELAM Venezuela y Director de Imagen en Venezolana de Televisión (VTV). Pertenece a la Junta Directiva de AvilaTv, es presidente de la productora audiovisual Kapow y actualmente se desempeña como asesor de campañas electorales.

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