Deep State en Ecuador

¿Quién puede dudar que en Ecuador hay intereses geopolíticos y financieros interesados en desmontar el Estado que dejó la Revolución Ciudadana? Con sus reservas de petróleo, biodiversidad y presencia de minerales y tierras raras Ecuador es un país clave para el control de los recursos no renovables en el mundo del año 2018 apocalíptico.

Con la llegada de Lenín Moreno a la presidencia y abrazado a la bandera de la integración continental, el bolivarianismo y el desarrollo sustentable de Latinoamérica (o al menos así lo oí en Dossier) el famoso “Estado profundo” que tanto “asusta” a Donald Trump (o al menos así lo vocifera, en su terca ambición de confrontar a Rusia) se está instalando con una velocidad vertiginosa en la hermana República. La alianza con las fuerzas militares del imperialismo yankee se consolida, tal como lo anticipa la visita de funcionarios del Comando Sur de EEUU con el ministro de Defensa, Pato Zambrano.

Esta fue la sumisión formal, de rodillas y con la lengua afuera del gobierno de Lenín. Públicamente, quiero decir. Al firmar el tratado bilateral para combatir a la guerrilla colombiana, Moreno va a utilizar al pueblo de Ecuador, ese pueblo hermano y querido, noble y rebelde, para formar una coalición que ataque a los rebeldes, llámese guerrilla, llámese venezolanos, llámese brasileños. Póngale usted el nombre que quiera: comunistas, ateos, anarquistas, socialistas, negros, mujeres, niños, ancianos, campesinos, sexodiversos, indígenas, estudiantes, políticos. La denominación ni el sustantivo importa ya, cuando el deep state toma el control político de un Estado democrático.

El término “Estado profundo” o “Deep State” fue definido en 2014 por Mike Lofgren (Congreso de los EEUU): “…una asociación híbrida de elementos del gobierno y partes de las finanzas y la industria de alto nivel que efectivamente puede gobernar los Estados Unidos sin referencia al consentimiento de los gobernados como se expresa a través del proceso político formal”. No hay que ser Hawking para señalar a las principales multinacionales en guerra con Ecuador desde hace décadas.

Según el El Diario de España, “Texaco operó entre 1964 y 1990 en la Amazonía noroccidental ecuatoriana. Cada vez que perforaba un pozo, lo hacía siguiendo la misma técnica. Alrededor de la plataforma abría grandes fosas –piscinas– directamente en el suelo donde arrojaba el petróleo de prueba, los lodos de perforación y las aguas de formación. Sin ningún tipo de impermeabilización ni consideración ambiental. En aquella época estas prácticas eran ya consideradas obsoletas e incluso estaban prohibidas en algunos países como EEUU. Muchas de estas fosas fueron posteriormente cubiertas con tierra y ocultadas por la propia empresa, que nunca determinó el número exacto de piscinas construidas. Durante el juicio que los 30.000 afectados interpusieron contra Chevron-Texaco, los demandantes descubrieron 996. Cuatro décadas después, estas piscinas continúan filtrando sustancias tóxicas en el subsuelo y contaminando las aguas subterráneas.”

Vale, que resulta obvio la implicación del gigante petrolero en los conflictos internos que pretendieron darle un golpe de Estado al presidente Rafael Correa. Hoy en la Venezuela Bolivariana, Chevron “se salta” las sanciones de Trump, pero en realidad lo que hace es explorar y amarrar los campos antes del peo. Y demás está decir que Chevron es una silla fija en esta mesa oculta, donde los poderes fácticos resumen el día a día del mundo. James Jones y Condoleezza Rice, par de siniestros personajes involucrados con la defensa y el Pentágono, fueron directores de la compañía.

A grandes rasgos, el principal inversor en esta carnicería política tiene como aliado en este pedazo del trópico al ejército de Estados Unidos, la CIA y la Usaid. Y el objetivo luce claro, atorrante y retador: abrir la Base Militar de Manta, permitir la ocupación territorial por las fuerzas especiales y los Marines además de asegurar la implementación del manual del Deep State: Control de los medios de comunicación, injerencia absoluta en las comunicaciones y ámbito virtual de los ciudadanos, economías a la medida de las apetencias transnacionales, eliminación del gasto público, libre mercado sanguinario con la producción local y un largo y triste etc.

Ecuador en este momento debe estar dominada por agentes clandestinos, de vigilancia rutinaria. No hay privacidad en Quito. Nada es oculto. La destrucción moral y política de Correa es la apertura a su expediente mediático, con miras a encarcelarlo o asesinarlo (de liderar la rebelión).

La venganza de Álvaro Uribe contra Correa parece más amenazadora que nunca, la Usaid financia al paramilitarismo con entrenamiento de Marine, los dólares que tanto embaucan a los ecuatorianos serán siempre insuficientes, siempre esquivos a las grandes capas de la población porque una neocolonia petrolera no es democrática, ni le importa un carajo si comes o no.

Acusar a Correa de «tolerancia»con las FARC es negar los esfuerzos diplomáticos que su gobierno encauzó junto al Comandante Chávez por pacificar a la Colombia de Bolívar. Y hoy hay paz en Colombia por Hugo Chávez. Nuestros esfuerzos por develar la verdad son nuestros esfuerzos por salvar a la raza humana. Seguimos.

@orhpositivoatak

 

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Orlando Romero Harrington

Artista audiovisual, bloguero, asesor político en comunicación, profesor universitario y analista político. Ha trabajado como docente universitario, fue responsable de la comunicación en la ELAM Venezuela y Director de Imagen en Venezolana de Televisión (VTV). Pertenece a la Junta Directiva de AvilaTv, es presidente de la productora audiovisual Kapow y actualmente se desempeña como asesor de campañas electorales.

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